jueves, 10 de abril de 2014

Aspectos psicológicos en el aprendizaje y enseñanza del trombon II

EL FLUJO DE AIRE Y LA VIBRACIÓN DE LOS LABIOS



El primer concepto y más importante que debe asimilar un estudiante de trombón es que para que suene el instrumento debe haber un gran flujo de aire y continuo. El aire es el que hace que los labios vibren y ¡nada mas!. En las primeras clases, sea de la edad que sea el alumno, hay que enseñar que el aire es lo más importante y es muy necesario esforzarse en coger mucha cantidad. Para que exista una gran cantidad de aire, primero tenemos que haberlo cogido. Esto es una cosa muy obvia, pero muchas veces, más de las que pensamos, lo olvidamos o no le damos la suficiente importancia. El sentirse lleno de aire va a ayudar mucho a que después haya un buen soplido en todos los sentidos (tanto en cantidad como en continuidad de aire). Todo lo demás es secundario y hay que dar una gran relevancia a la asimilación de esta base fundamental, sobre todo al principio del aprendizaje.

La tendencia natural del principiante siempre será, por lo general, poner mucha más atención en las nuevas sensaciones provocadas por el contacto de la boquilla con los labios y eso hará que el aire para él sea secundario. El alumno pensará que hay que hacer sonar el instrumento como sea, porque ¡para eso estamos en una clase de trombón…! La primera reacción que se suele tener al colocar la boquilla en los labios es la de apretarlos, tanto el uno con el otro como contra el borde de la boquilla, impidiendo de esta forma la salida natural del aire.

Para empezar a tocar el trombón y solucionar los problemas que se puedan dar sobre el uso del aire se puede plantear el siguiente ejercicio:



SOPLAR A UNA VELA: Para apagar una vela es necesario soplar aire, pero si no se tira correctamente el aire puede ser escaso o no estar lo suficientemente "centrado" como para apagar la vela. La vela ayuda al niño a tener un incentivo externo para que tire más cantidad de aire. El niño aprende que si no tira el aire suficiente, la vela no se apaga.
Además, es necesario que el aire salga por el centro de los labios y sin inflar los carrillos, pues de lo contrario, y por lo general, la vela tampoco se apaga.
Un niño de 8 años no suele comprender el concepto de velocidad del aire, necesario para poder tocar notas cada vez más agudas. El hecho de tener que apagar la vela desde una distancia cada vez mayor le obliga a tirar el aire con mayor velocidad, adaptando de una forma natural muchos de los mecanismos necesarios para poder tocar el trombón correctamente (la posición de los labios, la cantidad de aire que hay que coger y tirar, la presión en las comisuras de los labios, etc…). El trabajo con la vela ayuda al niño a tener una imagen mental que después le servirá para tocar el trombón, así cuando esté soplando a través del instrumento se le puede recordar que para pasar a una nota más aguda hay que hacer lo mismo que para apagar la vela alejándose de la misma.
Si el niño tiene problemas para mantener la columna de aire se le puede ayudar haciendo que sople y mantenga un papel contra la pared. Para que el papel se mantenga y no se caiga al suelo el aire debe ser continuo, de lo contrario el papel se cae al suelo.


Tanto el ejercicio de la vela como el del papel estimulan al niño a crearse una imagen mental que con el tiempo debe convertirse en una sensación basada en el paso del aire entre los labios. Esta sensación es la más básica y también la más eficiente para tocar el trombón con garantías. Tanto los niños como las personas adultas la deben tener muy en cuenta en todo momento.


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